¿Y SI LAS MUJERES ESTUVIERAN GESTIONANDO ESTA CRISIS MUCHO MEJOR QUE LOS
HOMBRES?
Miquel
Echarri
5 de mayo
de 2020
LOS
LÍDERES DE HOY en poco se parecen a los del siglo XX. Desde Donald Trump a
Boris Johnson, pasando por Jair Bolsonaro, han demostrado que su estilo
personalista no es lo que se necesita en tiempos de crisis
LOS
PRIMEROS MESES DE 2020 pasarán a la Historia como el periodo en el que los
liderazgos políticos se pusieron de verdad a prueba. Hasta entonces, muchas
sociedades democráticas estaban instaladas en “una fase de pensamiento mágico”,
una especie de espejismo colectivo: “En los últimos cinco años hemos asistido a
una proliferación de líderes de competencia muy dudosa a los que se elegía por
la radicalidad de sus agendas ideológicas y de sus estilos de comunicación”. Dirigentes
“sin capacidad de gestión ni talla de estadistas”, como el indio Narendra Modi,
el filipino Rodrigo Duterte, el nicaragüense Daniel Ortega o el brasileño Jair
Bolsonaro, pero también “con matices” a Donald Trump, Boris Johnson o el
presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador.
La
crisis de la COVID-19 ha hecho que “millones de ciudadanos de todo el mundo
constatasen que los dirigentes que han dado ejemplos de liderazgo moderno y eficaz
han sido mujeres”
No
es sensato ni eficaz intentar reproducir modelos de liderazgo que caducaron a
finales del siglo XX. Puestos a buscar un modelo histórico de liderazgo en
circunstancias extremas, proponen al explorador irlandés Ernest Shackleton. En
su expedición a la Antártida de 1914, él y su tripulación de 27 exploradores
quedaron atrapados en el hielo y sobrevivieron a 634 días de hambre,
temperaturas extremas y absoluto aislamiento. Un logro formidable que se
explica “por las excepcionales cualidades para liderar un grupo humano que
exhibió Shackleton”, un líder “ético y moral” que se esforzó sobre todo por
“combatir el miedo y la ansiedad, no renunciar nunca al pensamiento racional,
conservar el optimismo, construir una cultura de la tenacidad, la creatividad y
la iniciativa y tratar a sus compañeros con respeto, afecto y empatía”.
“Un
liderazgo eficaz en condiciones extremas consiste tanto en actuar correctamente
sobre el terreno como en desarrollar un relato convincente que sea asumido por
el conjunto de la población y permita, por tanto, tomar decisiones difíciles y
adoptar medidas traumáticas sin que generen una excesiva resistencia”, este
relato debe ser, además de coherente, “honesto”. No se puede “edulcorar la
verdad” ni optar por una línea de comunicación ambigua, que genere dudas entre
la población y dificulte la creación de consensos.
Pocos
líderes resultan tan modélicos como la primera ministra neozelandesa, Jacinda Ardern: “Ya lo demostró con su
discurso sobre los atentados de Christchurch [que causaron 50 muertos en marzo
de 2019] y acaba de refrendarlo ahora, con un estilo de comunicación sencillo,
empático y directo, sin ambigüedades ni falsas certezas”. El discurso
televisado de ocho minutos que dio Ardern el pasado 21 de marzo “es una obra
maestra de la comunicación política en situaciones de emergencia. Hizo uso de
los niveles de alarma que se activan en Nueva Zelanda en caso de incendio, un
código con el que su ciudadanos están muy familiarizados: cuando dijo que la
crisis de la COVID-19 es un nivel de alerta cuatro, los neozelandeses
entendieron perfectamente a qué se estaba refiriendo y supieron evaluar la
nueva situación cuando ese nivel de alarma pasó del cuatro al dos”. Construyó
una narrativa sólida sin caer en ninguno de los dos relatos extremos que ha
generado esta crisis, “ni en el exceso de optimismo de los que afirmaban sin
ningún fundamento que la epidemia no llegaría a sus países ni en el discurso de
un belicismo desenfocado de los que insisten en que esta pandemia es una guerra
y como tal hay que afrontarla”.
En
general, los dirigentes y estadistas que han dado ejemplos de buena gestión y
de liderazgo moderno y eficaz en esta crisis suelen ser mujeres, de la citada Jacinda Ardern a la noruega Erna Solberg, la taiwanesa Tsai Ing-wen, la islandesa Katrín Jakobsdóttir, la danesa Helle Thorning-Schmidt o la alemana Angela Merkel, una veterana que parece
estar dando lo mejor de sí misma en las peores circunstancias y a la que sus
compatriotas se refieren ya como “la canciller científica”.
La
prensa internacional también ha destacado positivamente ejemplos de liderazgo
masculino como el del portugués António
Costa, el griego Kyriakos Mitsotakis
o el surcoreano Moon Jae-In. Pero, que
sean sobre todo mujeres las que están destacando por su eficacia y capacidad
para generar amplios consensos “no puede ser una simple casualidad” en un mundo
abrumadoramente regido por hombres, “aunque resulte apresurado sacar
conclusiones, tal vez sí existe un patrón femenino de gestión y comunicación
que resulta particularmente eficaz en casos de emergencia”. Habrá que
estudiarlo
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